Lo fácil sería pensar que se trata de un cuento más sobre un protagonista infantil con problemas. Nada más lejos de la realidad.Gonzalo Moure, su autor, ha logrado darle la vuelta a un relato tristemente verosímil y convertirlo en pura poesía. El libro, editado en Anaya, ya apunta maneras al comienzo:“Hubo una vez un niño sordo que amaba a un camello...”
Es una historia muy sencilla y llena de sabiduría. Y es que las palabras de este cuento son emociones en estado puro que, en su viaje del corazón al cerebro, se desvían para encontrar su lugar en el texto.
Este libro es hermoso porque espanta la idea de la muerte con un canto a la amistad; en especial a esa amistad indisoluble. Es -sobre todo- una historia de sentimientos con mayúsculas directa al corazón sin concesiones. Una prosa tan bella que conmueve y consigue hacernos partícipes de la misma para que nos hundamos en ella sin remedio.
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